ArteBA'10 / Textos




El Deseo de ver los objetos reiterados, por Jorge Sepulveda

La única razón para evitar la moda es que sabemos, desde antes de su éxito, que vendrá su obsolescencia. Las escenas locales, los planes de inserción en el sistema del arte, las técnicas de éxito, visibilidad y venta que vemos funcionar en otros, pasarán inevitablemente al olvido seguidas y superadas (simbólicamente) por sus consecuencias. Esas consecuencias que no somos capaces de ver porque son el futuro posible de ese presente que aún intentamos que ocurra.

Esto, que para muchos es una cuestión teórica, no es más que la descripción del modelo en que confiamos para explicar lo que ocurre cotidianamente. Nosotros, que abandonamos (en los hechos) esa pretensión de trascendencia del objeto de arte moderno para arrojarnos en la serie de hechos artísticos que hoy llamamos contemporáneos.

Es la misma moda la que nos induce a creer que la única trascendencia posible es la reiteración. Ese deseo de encontrar, una y otra vez, esas cosas y esos hechos que organizan y dan sentido a todos los hechos y todos los objetos que los rodean. Unos irradian sentido a los otros.

Y es aquí donde es posible que nuestra decisión se vuelva relevante, política, económica y moralmente indispensable. Un objeto de arte puesto en circulación es una serie de decisiones convertidas en objeto: ¿por qué vivo en Bariloche?, ¿por qué escapé de la artesanía y del modelo de arte vigente?, ¿por qué convertí una imagen en una bomba de tiempo de sentido?. Para que fuera elegible por otro para completar su función, para que estableciera un vínculo. 

Pero antes de dar por creíble un juicio podríamos intentar verificarlo: además de la moda, que aglomera síntomas y fenómenos bajo un nombre que los aglutina,  las escenas locales son una sincronía específica de estos síntomas... junto a la producción tardomoderna y contemporánea de sus artistas se deben dar capacidades de gestión y negociación de intereses políticos y económicos, para producir una coincidencia múltiple de intereses donde se estabilice el campo de trabajo, se reconozcan (aunque implícitamente) algunos liderazgos y se traslade el objetivo de la producción simbólica desde el monopolio de la  representación identitaria hacia un sistema de negociación gramática con otros sistemas de significación. O sea, solo es posible cuando dejan de hablar de si mismos.

¿Ocurre esto en las escenas locales? No o casi nunca. El arte contemporáneo no es una cirugía de trasplante o de implementación de un programa. Es un ejercicio de comprensión extensiva y sintética de la forma en que somos atravesados por las culturas que están disponibles.

Hay lugares donde los conflictos de significación y simbolización han sido resueltos de otros modos y en otros campos de conocimiento, hay lugares donde directamente el arte contemporáneo no es necesario. Estos lugares han alcanzado la máxima eficiencia de la institucionalidad (su status quo) sin necesidad de nosotros.

Ocasionar entonces en esos lugares la complejización de las variables es desestabilizarlos momentáneamente, cosa que obviamente genera resistencia. Nuestro trabajo entonces es demostrar cómo la economía de las transacciones está en ambos lados de la balanza y que la diferencia que hace posible el artista contemporáneo y sus servicios asociados (curadores, galeristas y un largo etcétera) es la del enriquecimiento de las explicaciones de lo que estamos haciendo.

Lo que escuchamos recurrentemente es: Y si todo funciona bien ¿para que vamos a cambiarlo? O dicho de otro modo ¿conoces una institución que se revolucione a sí misma? Improbable pero no imposible, diría Vicente.

Es por eso que el trabajo de Lorraine y Mercedes ha sido el de articular obras y artistas para el cumplimiento de sus intereses (los de las obras y de los artistas) en conjunto con sus intereses (los de la construcción efectiva de la escena).

Entonces ocurre que las actividades que están facilitando son para perseguir y construir el objeto y el objetivo de su trabajo: una investigación y un emprendimiento (al modo de la prospección y la introspección) que hace aparecer en el mapa los signos y significados, junto con los modos de relación que habrá que construir con lo que recién hemos descubierto. Es su obstinada persistencia la que hace posible el arte contemporáneo en Bariloche.

Todo esto es un asunto de complicidad y confabulación para que el mundo no sólo sea bello si no que tenga sentido vivir en él. Artistas, gestores y coleccionistas  escriben, sobre un entorno caótico, una organización de decisiones que podríamos llamar una novela. Una novela cuyo título bien podría ser El deseo de ver los objetos reiterados.


Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Bariloche 2009 – Córdoba 2010.

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